Malena Villarica - Trujillana

Uno de los medios para poner en paz mis propios demonios y temores es la escritura. Con lo que pretendo encontrar el por qué de mis conflictos emocionales, inseguridades e interrogantes que muchos tenemos y pocos hablamos. No existe forma más relajada y sana, que plasmar en cada línea que escribes las palabras no dichas, ideas no culminadas, deseos no expuestos, cosas que día a día estructuran y cimientan tu vida. Vivencias y fantasías relatadas pretendiendo acariciar el yo de algún identificado lector. ¿O es demasiada pretensión de alguien que se sumerge en mundo paralelo a su realidad? Esa respuesta la tienes tú. La búsqueda de un lector tan igual a mí, es la certeza que tengo de no culminar en un monólogo que juzga y aconseja.

jueves, 2 de junio de 2011

ATRACCIÓN FATAL

Esta no era una tarde cualquiera. Se convertiría en el día que probablemente no olvidaré durante mucho tiempo.  
Encontré la joya, EL FLORECENTE NEGRO ¡OHHHHHHHHHHH!  El único objeto que es capaz de acariciar todos tus órganos internos en un solo acto. Era el MIEMBRO presidente estrella del vasto mundo de fluorescentes. El REY.

Era una típica reunión familiar, la misa de año de algún difunto recordado por la falacia de sus actos.  Aquellas  reuniones donde existen esos silencios incómodos, entre plática y plática. En suma, una reunión plagada de GRILLOS DEL SILENCIO, cric…, cric…,cric….

Así llamo a esos silencios incómodos que estoy segura a cualquiera le suele pasar. ¿O quizá otra vez estoy siendo perseguida por mis malditas ideas confundidas? Nonooooo. Sé que existen esos grillitos perseguidores, allí en una plática donde la pregunta principal es ¿qué digo?, ¿quién habla primero?, ¿él?, ¿yo?, ¡¿qué digo?!, ¿qué carajo digo?...Incomodidad que otro día explico porque quizá me detenga a escribir páginas enteras de los tan odiados, y otras veces tan amados, “grillitos del silencio”. 
 
Bueno, bueno, retomando el tema. Allí había llegado un EL FLORECENTE NEGRO. Lo describiré como el HOMBRE REY MIEMBRO de los fluorescentes. El mismo que despertó en mí ser perversas ideas con su sola presencia, su miembro. Él había llegado y hacía su entrada triunfal. Tenía el cuerpo fornido, bastante atlético, con unas piernas de pelotero (¡piernas perfectas!).

Y el culo, mmm ¡que delicia! “Que tales cuatro letras bien puestas”, me dije a mi misma. Con esa piel morena  y esa mirada de chico malo. Dios santo, que festín. Tenía todas las características y el perfil de ser un hombre de grande proporciones, en el sentido amplio de la palabra. Grande por donde lo mires. Lo único que quería hacer era inventariar cada partecita de ese cuerpo descomunal.

A ver, lápiz, papel, cinta métrica, calculadora. Mi Dios, no tenía nada de esto en la cartera,  y me urgía tenerlo ahí. Estaba acabada sin material de trabajo. Mientras pensaba en ese cuerpo y en la falta de herramientas para el control de calidad de sus dimensiones, fue que aplique cálculos probabilísticos. Había llegado a la conclusión  que ese hombre tenía las medidas exactas de cada cavidad mía, estaba hecho de tal forma que era el perno exacto de mi tuerquita. Conclusión a la jamás hubiera llegado si no hubiera tenido ante mí a ese hombre, porque de  clavos, tuercas y pernos no sé nada.

Hasta que alguna buena mujer, o buen hombre (no podría especificar, porque la verdad es que no recuerdo) se apiadó de mí y me lo presentó. Es allí donde inició todo. Platicamos, coqueteamos, sugerimos, y concluimos que había llegado la hora de irse cada quién a su casa. Decidí irme porque era demasiado festín para probarlo tan pronto. Ameritaban varias noches de sueños y sobresaltos, y estrategias a desarrollar. Así que decidí arriesgar y solo dejar mi número, para luego retirarme casi huyendo de las ideas insanas que me correteaban. Claro que tuve que llegar a casa y darme una ducha fría, con la pregunta clásica sobre si debí o no huir.

Habían pasado ya varios días en los que me preguntaba del por qué de mi huida repentina. Días en los que revisaba minuciosamente las llamadas perdidas en el celular, para encontrar rastros de él. Hasta que felizmente llamó. Me invitaba a cenar a su departamento. Jamás me hubiera perdonado el no conocer al fluorescente negro.

Esa tarde, como toda mujer maniática me la pasé escogiendo algo apropiado para la cita. Pasé horas entregada a la tortura de la cera, y no precisamente por que fuera la mujer barba. Era la obsesión de estar suave, totalmente cubierta en cremas (¡lubricadísima!). 

Después de todo el trabajo femenino de embellecimiento, había  llegado la hora, tenía que salir al encuentro del FLUORESCENTE NEGRO. Nerviosa, pero segura de qué tenía que hacer. Salí apurada de casa. El MIEMBRO HOMBRE REY DE LOS FLUORECENTES había preparado unos Tallarines a lo Alfredo, acompañado de un vino blanco y una plática amena, sin duda era un chico interesante. 

No paraba de estar bonito, de ser inteligente- es más, ahora  está haciendo un doctorado en finanzas-, y mientras él me explicaba temas de economía,  yo pensaba como ahorrar las horas que transcurrían allí para usarlas en otros momentos. Al fin entre miradas que arrancan la ropa me empezó a besar, de una forma como decirlo, nada sutil, y más bien violenta (pero intensa). Habíamos subido un gran escalón, ya ahora éramos dos caníbales, y dimos a parar a una alfombra.

Es allí donde veo EL GRAN FLUORESCENTE NEGRO que no paraba de brillar, era el fluorescente más grande que había descubierto, dimensiones casi peligrosas. Me di cuenta que mis cálculos no fallaron, era un fluorescente demasiado grande, intimidaba. Ese amante se sabía todas las lecciones del buen anfitrión hasta que se sumergió en su fantasía de Coito Anal. Estoy más que segura que a esa  bondad de grandes dimensiones no le habían permitido saber nunca antes ni un dedo sobre enculadas. Sus fantasías de jugar en el patio trasero irrumpieron mi cita que hasta el momento se venía desarrollando de forma cuasi perfecta,  haciéndolo ver como un loco obsesivo y temido. Era demasiada obsesión, a la que no estaba dispuesta acceder. 

Ahiiiiiiiiiii, mi cita se había convertido en una película de terror donde era atacada por el FLORECENTE NEGRO quien no entendía razones para lograr su cometido, no había peros que valgan. Fue en ese momento en que por segunda vez tuve que huir, porque si dejaba pasar unos segundos más me vería reflejada en una súplica acompañada de gritos de PIEDAD, PIEDAD. El fluorescente negro quería saber cómo se conduce por la otra vía, pero él no tenía licencia para hacerlo, ¡pobre! Y al paso que va, quizá no pueda acceder a esa licencia.  Escapé de él, mi cita se había arruinado por las obsesiones de un Bonito HOMBRE, MIEMBRO REY DEL FLORECENTE NEGRO.                  

lunes, 30 de mayo de 2011

EN BUSCA DE POLL VASO

Reflexiones


EN BUSCA DE POLL VASO

CAPITULO I
EL POR QUÉ
Todo inicia cuando Malena, llega a la eminente conjunción que el hombre de su vida tiene que llamarse POLL VASO. ¿Existe Poll en alguna parte del mundo?, o quizá es solo la idealización del hombre, amante, cómplice perfecto que un mundo interno de fantasías trata de encontrar. Digno nombre para el hombre de su vida. Son pocas las mujeres que aceptan que en una relación perfecta un cincuenta por ciento, por no decir sesenta, es el buen sexo; y el  otro porcentaje restante,  son los demás factores que implica encaminar una relación. Nótese que estoy hablando de una verdadera relación donde exista la fidelidad en el sentido amplio de la palabra. Relaciones perfectas que cada día son menos, y las que existen se encuentran en extinción. Posición que llevo a Malena a la búsqueda de POLL VASO.

CAPITULO II
LA JUNGLA
Aquella lucha diaria de vivir en una realidad bastante conservadora, llena de tabúes, donde Malena sobrevive camuflada, tratando de confundirse con la muchedumbre. Con un perfil bajo y la idea firme de encontrar a POLL VASO trata de no terminar siendo la comidilla de una realidad que es más feroz que cualquier fiera. Un perfil bajo que no puede llevarla a ser el  trapito plomo del fondo, la mujer gris. Malena desea conservar siempre esa coquetería sugestiva que toda mujer debe tener para lograr esa sensación de “no sé qué”, es algo tan rico!!!!; se trata de un cúmulo de sugestivas ideas, a través del idioma de los gestos. Sensaciones que no se explican.

                                   CAPITULO III
¿QUÉ LOS HACE CORRER?:
Aún recuerdo las palabras de mi querido amigo Bimbolete. Él sostiene que un buen mame (acción y efecto de succionar), literalmente asusta. Y define la percepción del modo de ser de una chica, ¿qué hacer para que POLL no caiga en esa idea descabellada? ¿Cómo decirle a un chico que un buen sexo oral no debe asustarlo sino mas bien hacerle entender que es la prueba más clara de que él te encanta?
Quizá  Malena nunca podrá expresar sus verdaderos motivos ante POLL, ¿Cómo entender  a un hombre?, dado que de cada diez, ocho son machistas, y dos están disfrazados de liberales. Sin contar el riesgo real de que alguno de esos ocho machistas pueda ser gay. ¿Cómo encuentra Malena a POLL VASO sin dejar de ser ella?

Continuará…………………
 

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